El Rabí Moshé ben Maimónides nace en Córdoba en 1135 y muere en El Cairo 69 años después, en 1204. Un alma judía con bastante de hispano, eso lo podemos ver en sus escritos, además Rambam (por sus siglas: Rabí Moshé ben Maimón) no abandonó junto a su familia las tierras de la península ibérica o Sefarad, como muchas familias judías hicieron, en la invasión de los  almohades[1] en 1148, que destruyeron las florecientes sinagogas andaluzas.  A los 25 años de edad su familia y él llegan a asentarse en Egipto, donde comienza la segunda etapa de su vida.

 

Maimónides | -Moréh Nebukim-

Por: Adrián García | 2 de Mayo del 2005

 

 Aunque algunos como en el caso de Tomás de Aquino le conocían como “Moisés el Egipcio”, éste siguió firmando sus obras como “El Sefardí”.

El texto que usaremos para aproximarnos a el será: Moré Nebukim o Guía de los Perplejos, y tiene como propósito explicar diferentes asuntos a su discípulo, Rabí Yehuda. Estos varían desde interpretaciones de Las Escrituras, de las Midrashim (historias o relatos Rabínicos), del Talmud y de los dichos por Doctores que lo precedieron.

La Midrash dice: “¿A qué se asemejaban las palabras de la Torá antes de que surgiera Salomón? A un pozo de aguas profundas y frescas, pero que nadie podía beber. ¿Y qué es lo que hizo un hombre inteligente? Ató sogas con sogas y cordeles con cordeles, sacó agua y bebió. De igual modo Salomón ensartó alegoría tras alegoría y expresión tras expresión hasta penetrar el sentido de la Torá”[2]

Hay dos formas de alegorías proféticas con respecto a la lectura de los Libros Sagrados. En la primera las palabras requieren sus sentidos tal como sucede en el caso del texto que encontramos en Génesis 28:12 que dice: “Veía una escala que apoyándose sobre la tierra...”

 

Donde el término escala designa un determinado elemento; las palabras apoyándose sobre la tierra, un segundo; tocaba con la cabeza en los cielos, un tercero; y los ángeles de D-s, un cuarto… y de esta suerte cada dicción que se inserta en esta alegoría añade algo al conjunto del objeto representado”.[3]

 

La segunda forma de alegoría profética es por ejemplo cuando las Escrituras nos dicen en el proverbio 76:21: “Estaba yo un día en mi casa a la ventana, mirando a través de las persianas, y vi entre los simples  un joven, entre los mancebos un falto de juicio, que pasaba por la calle junto a la esquina e iba camino a su casa. Era el atardecer, cuando ya oscurecía, al hacerse de noche, en las tinieblas. Y he aquí que le sale al encuentro una mujer con atavío de ramera y astuto corazón. Era parlanchina…ahora en la calle, ahora en la plaza…la agarró”. En este caso es el conjunto de la alegoría lo que le da sentido y revela el objeto representado.

De esta forma Rambam ve que es importante revisar con cuidado las palabras de las escrituras y se dedica en la mayoría de los capítulos a buscar el sentido de una palabra aplicada desde el hebreo original a su objeto o a D-s, si es el caso.

Por ejemplo el primer problema que se plantea a explicar a su discípulo y a sus lectores es que si la escritura dice en Génesis 1:26 que “Hagamos al hombre con a nuestra imagen y semejanza”, se sigue que D-s tenía una corporeidad semejante a la del hombre, es decir su forma y aspecto. La palabra Selem significa imagen y D’ Mut, semejanza. El aspecto (físico/corpóreo) de una cosa se dice en el hebreo to’ ar, y se encuentra en textos tales como Genesis 39:6 y Salmo 28:14, que rezan “de hermosa presencia y bello rostro” y “¿Cuál es su  figura?” respectivamente.

Esta denominación a lo largo de Las Escrituras no es usada como atributo de D-s. En cuanto a Selem, este se aplica a la forma natural de una cosa, a la esencia constitutiva, lo que ella es en sí y compone su realidad. Con respecto al hombre el alma, su Nefesh. No haciendo referencia a alguna corporeidad sino a una capacidad, Rambam le llama la “capacidad intelectual”. En el caso de D’ mut, que es un derivado de Damá, esto es asemejarse, que indica así mismo similitud respecto a un pensamiento o idea. Una cosa se asemeja a otra no en su aspecto físico en la realidad o existencia, sino en lo que para nosotros se relaciona con alguna otra representación. Esta palabra se encuentra tambien en el texto del Salmo 102:7 que dice “Me asemejo al pelícano del desierto”, evidentemente no en cuanto a sus alas, plumajes o aspecto físico (to’ar), sino en este caso a la tristeza de uno y otro.

Además se suele confundir al leer e interpretar El Texto Bíblico que las palabras forma y figura son sinónimos en la lengua hebrea. Esto no es cierto. La forma T’muná y Tabnit que es figura no es lo mismo. En el caso de la figura Tabnit es un derivado de Baná que significa construir y designa la construcción o estructura de una cosa, bien sea cuadrada, redonda o triangular entre otras. Esta palabra la hallamos en los siguientes pasajes: En Éxodo 25:9, “La figura del Tabernáculo y de todos sus utensilios” o en Ezequiel 8:3 que dice “La figura de una mano”. Tal palabra tampoco es utilizada haciendo referencia al D-s de Israel.

En el caso de T’muná, este se usa en tres formas diferentes:

 

  1. La forma de un objeto percibido por los sentidos sin intervención del intelecto. Es decir su estructura y configuración.
  2. La figura imaginaria que un objeto imprime en la fantasía, como aparece en Job 4:13 diciendo: “En las visiones nocturnas… - y termina diciendo- Se paró pero no vi su semblante; estaba ante mis ojos un fantasma”.
  3. Cuando expresa la moción verdadera de una cosa captada por el intelecto y en este último sentido es que se aplica T’muná al Altísimo.

 

De esta forma Rambam proseguirá estableciendo el sentido de las palabras que los estudiantes de la Torá y traductores solían y suelen confundir. Y todo esto relacionado con lo primero, a saber negar la corporeidad de D-s.

Rambam reconoce en Las Escrituras cinco Nombres para referirse al Altísimo. El Primero y el que trataremos debido a su importancia es “Ehyéh”, que significa “YO SOY”. Usado por ÉL mismo para hacerle entender al pueblo Su Existencia. Esto está en las palabras “Ehyé Asher Ehyéh”, Soy Quién Soy. Esto viene a la memoria al judío cuando en sus rezos dice: “Baruch Hú Asher Natán Lanu Torat Emet…”[4]. Para Maimónides esto es señal de Su Existencia. El Sujeto: SOY, se une con el predicado sin modificaciones: QUIEN SOY. Este Existir no es por la existencia, sino el Ser que Es el Ser, es decir el Ser Necesario. Esto será usado también por Tomás de Aquino.

Rambam después de tener un acercamiento con “El Filósofo”[5], ve en tres de las cuatro causas aristotélicas, a saber: Causa Eficiente, Causa Formal y Causa Final, un fundamento o sentido filosófico aplicado a D-s. Si una cosa es movida por otra que la impulsa, y de esta manera se sigue al infinito encontramos que debe haber una primera causa que genere tal movimiento. Para Aristóteles este es un primer motor, para Tomás de Aquino es una forma de explicar la existencia de D-s y para Maimónides es definitivamente testimonio de D-s. De igual manera Su Forma o causa formal es Ser D-s y sostener en su esencia la del universo, es decir, un Ser Necesario. Puesto que por la existencia del Creador existe todo. Con respecto a la causa final Maimónides dice:

 

“Pues cuando una cosa tiene un fin determinado, ha de buscarse el fin de ese fin. Si dices por ejemplo que la materia de tal trono es de madera, su causa eficiente es el artesano[6]; su forma, su esencia… y su finalidad sentarse en él, preguntarás después: ¿Cuál es el objetivo de sentarse sobre el trono? Se te contestará: que quien se siente sobre él se eleve sobre el suelo. De nuevo interrogarías: ¿Con qué objetivo se alza sobre el suelo? Y te contestarán: para que, así sentado, se agrande ante los ojos de quien le vea. E insistirías: ¿Cuál es la finalidad de ese encumbramiento ante quien lo contempla? Y te contestarán: Para que le teman y le reverencien. Todavía podrías inquirir: ¿Para qué ha de ser temido? Y te responderán: para que sean obedecidos sus mandatos. Y seguirías cuestionando: ¿Con qué fin han de obedecer sus mandatos? Y te replicarán: con el de evitar que unos hombres dañen a otros. Y si aún indagares: ¿Cuál es la finalidad de impedir que unos hombres inflijan daño a otros? Te contestarán: que su vida prosiga en buen orden. Y así sucesivamente con cualquier otra finalidad hasta llegar siempre a la voluntad de D-s.”[7]

 

Por lo que la “Voluntad Divina” será el fin de los fines, es decir es la causa final de todo.

Maimónides considera que Aristóteles no fue entendido correctamente por algunos de los pensadores de la época, quienes negaban de plano la posibilidad de relacionar una cosa con otra, por lo que decidió reformular algunas propuestas aristotélicas.

Me parece adecuado otorgar como anexo con el fin de ampliar un poco más la biografía de Rambam la siguiente cita:

“Maimónides (1135-1204), filósofo, matemático y físico judío, nacido en Córdoba, España. También conocido como Rabí Mosheh ben Maimon o, por las iniciales de su nombre, Rambam. Tras la conquista de Córdoba en 1148 por los almohades, que impusieron las leyes del islam tanto a cristianos como a judíos, la familia de Maimónides decidió exiliarse. Después de errar durante años, se establecieron en Egipto. Allí Maimónides llegó a ser rabino principal de El Cairo y médico de Saladino I, sultán de Egipto y Siria.

La contribución de Maimónides a la evolución del judaísmo le proporcionó el sobrenombre de segundo Moisés. Su gran obra en el campo de la legislación judía es el Mishneh Torah, desarrollada en 14 libros y escrita en hebreo (1170-1180), que siguió modificando hasta su muerte. Además, formuló los Trece artículos de fe, uno de los diversos credos a los que numerosos judíos ortodoxos todavía se adhieren. Está reconocido como el filósofo judío más importante de la edad media. En Guía de perplejos, escrita en árabe (c. 1190), Maimónides intenta armonizar fe y razón conciliando los dogmas del judaísmo rabínico con el racionalismo de la filosofía aristotélica en su versión árabe, que incluye elementos de neoplatonismo. Esta obra, en la que considera la naturaleza de Dios y la creación, el libre albedrío y el problema del bien y del mal, tuvo una gran influencia en filósofos cristianos como santo Tomás de Aquino y san Alberto Magno. Su utilización de un método alegórico, aplicable a la interpretación bíblica, que minimizaba el antropomorfismo, fue condenada durante varios siglos por muchos rabinos ortodoxos; pero las cuestiones conflictivas de su pensamiento han perdido relevancia en la época moderna. La fama de Maimónides como médico igualaba a la que gozó como filósofo y autoridad en la ley judía. También escribió sobre astronomía, lógica y matemáticas.”[8]

 

 

[1] Seguidores de Aben Tumart, jefe musulmán que en el siglo XII fanatizó a las tribus occidentales de África y dio ocasión a que se fundase un nuevo imperio con ruina del los almorávides. Diccionario de la Real Academia Española. XXII Edición. 2001. Impreso en España.

[2] Mid del Cnt, fol. 1 d

[3] Moréh Nebukim, Rabbí Moshé ben Maimónides, Editora Nacional Madrid 1983. Pág 64.

[4] Escrito con la intención de que pueda ser leído.

[5] Aristóteles.

[6] Original en el texto es ebanista, pero se coloca esa palabra para entender el sentido de lo que se quiere expresar.

[7] Moréh Nebukim, Rabbí Moshé ben Maimónides, Editora Nacional Madrid 1983. Pág 191.

[8]"Maimónides", Enciclopedia Microsoft® Encarta® 97 © 1993-1996 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.

 

 

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